martes, 1 de mayo de 2007

La tropa, mi tropa, un gran recuerdo


Una mañana muy soleada, a eso de las 10:30, justo cuando el olor de mi cuerpo exigía ya un baño, llego mi primo a mi casa, Cesar Montoya de 40 años, un actor y director de teatro que desde muy joven se dedicó a ser scout. El llegó a mi casa como todos los sábados solía hacerlo, pidiendo un tinto hecho por mí.

Fue entre un tinto y un cigarrillo Derby, que me dijo palabras textuales: “lo invito a una reunión scout, valla no se arrepentirá”. A mi no me sonó mucho la idea de ir a una reunión de esas con los Boy scout, me parecían tontos, sin embargo y teniendo en cuenta que no tenía nada más para hacer, me fui a la susodicha reunión a hacer lo mismo.

Fue un sábado de septiembre del 2001 a las dos de la tarde, en la universidad del valle de la cuidad de Cartago en el norte del valle.

Había muchas personas, más o menos unas diez vestidas de scout, el resto estaba vestida como yo, según indicaciones de mi primo, Jean y camiseta blanca. La reunión comenzó y de la misma forma mi interés por ella, pensé, desde el comienzo que iba a ser traumática esa tarde, pero todos, no sé cómo, porque para ese entonces no era una persona dócil, lograron meterme en ese mundo que ellos llamaban escultismo. Ese día me presentaron las patrullas existentes, (las patrullas son equipos de trabajo manejadas en la tropa). Yo elegí después de mucho mirar las patrullas existentes, pertenecer a la patrulla llamada “Correcaminos”.

Gracias a ese día que hoy puedo decir que tengo amigos, aun asisto a reuniones scout, pero ahora si hago algo. Mi mejor amigo, Sebastián Castro de 20 años, estudiante de medicina y quien conozco desde ese sábado de septiembre, es quien convirtió esta experiencia en algo agradable y significativo, pues solo con el a pesar de desamores y desalientos pude en etapas lamentables de mi vida, encontrar la paz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay que ver la cara que hace vicky para intuir que buen escritor eres alejandro, y cuando ya haz terminado, quedar con una buena sensación, con una sonrisa en la cara, no todos se casan con la poesía, pero pienso que hacen muy bonita pareja, que fortuna haber escuchado y conocido a través de las letras. Vittukah